noviembre 7, 2025

Artesanas zapotecas iluminan los altares con calaveras de cera

octubre 29, 2025

San Luis Potosí, SLP. – En este rincón del Valle Central oaxaqueño, donde el olor a cera derretida se mezcla con el de los pétalos de cempasúchil, las manos de las mujeres zapotecas siguen dando vida a una tradición luminosa: las calaveras de cera, piezas únicas que iluminan los altares durante los Días de Muertos.
En Teotitlán del Valle, conocido por sus tapetes de lana teñidos con pigmentos naturales, el arte de trabajar la cera ha sido por generaciones una expresión de fe y creatividad. En esta temporada, las artesanas del pueblo transforman la cera virgen en coloridas calaveras que honran la memoria de los difuntos y conservan encendida la llama de la identidad zapoteca.
Una de ellas es Julia Lazo, quien desde hace cinco años dedica su tiempo a elaborar estas figuras. “Buscamos la forma de cómo moldear la cera, y ahora trabajamos las calaveritas”, cuenta mientras muestra los moldes de barro donde la cera líquida toma forma.
El proceso es lento y requiere precisión: la cera derretida se vierte en moldes con forma de cráneo y se enfría en agua para conservar su figura. Una vez endurecida, cada calavera se decora con flores y pétalos multicolores —también hechos de cera— que simbolizan la vida, el renacer y la memoria.
“Voy a hacer una calaverita aquí para la fiesta de Todos Santos”, dice Julia con una sonrisa, mientras con paciencia da los últimos toques a una pieza que pronto formará parte de un altar familiar. Cada figura puede costar alrededor de 200 pesos, y su demanda aumenta conforme se acercan los días dedicados a los muertos.
En el taller de las hermanas Lazo García, ubicado a unos 35 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, el oficio se transmite de generación en generación. Allí, la cera, el fuego y el color se entrelazan con la devoción y el respeto hacia quienes ya partieron.
Estas calaveras de cera no solo son adornos: representan una herencia viva, una manifestación de resistencia cultural que mantiene la luz encendida en los altares y en el corazón del pueblo zapoteca.
“Cada calaverita lleva una parte de nosotros, de nuestras creencias y de nuestra historia”, dice Julia, convencida de que mientras haya manos que modelen la cera, nunca se apagará la llama de sus ancestros.